Cuando aquella violenta ráfaga de viento arrancó una nube de diminutos granos de arena, estos se alarmaron al comprobar que la ventolera había sido demasiado fuerte y que por primera vez, tras siglos de existencia, no volverían a caer junto a sus hermanos en los Médanos. – ¡Dios mío! -, gritaron, -¡nos separarán para siempre!-.
Durante algunos segundos sobrevolaron cujíes, calles adoquinadas, incluso una catedral, y algunos se volvieron negros y cayeron pesada y violentamente contra el asfalto. Sin embargo, otros granitos dichosos fueron a parar a un modesto bar, donde desde hacía muchísimos años, la amistad se servía con cerveza fría.
(Dedicado al bar "Garúa", de Coro).
(Ganador del 2º Premio Microcuentos-Coro, Diario "Nuevo Día". Coro, Venezuela).
No hay comentarios:
Publicar un comentario